Para crear un maridaje de vinos y quesos perfecto, sólo hace falta estar dispuestos a jugar con la imaginación y poner a punto los sentidos, para que cada paso sea una experiencia a repetir.
Cuando se trata de maridar vinos y quesos, lo recomendable es comenzar por los sabores más delicados y, a partir de allí, ir incrementando la intensidad de manera gradual. Así, se evita que los sentidos se saturen e imposibiliten percibir las notas más sutiles. En el caso de los quesos, se debe comenzar por quesos frescos, jóvenes y de pasta blanda, para luego ir incrementando la dureza de la pasta y la complejidad de los aromas.
A continuación, compartimos una experiencia de 5 pasos de vinos y quesos, con la que deslumbrará a sus invitados.
Vinos y quesos maridados en 5 pasos
Primer paso: Bocconcini de mozzarella y Sauvignon Blanc
Para el primer paso, estos «pequeños bocados», tal como indica su nombre en italiano, son una opción ideal por su frescura. Las pequeñas y esféricas porciones de mozzarella que forman los bocconcini pueden prepararse a partir de leche de vaca, búfala o de una mezcla de ambas. Para maridar, el vino ha de ser ligero, seco y vibrante. Tal descripción nos remite al Sauvignon Blanc de Bodega Garzón, excelente opción para combinar la suavidad y esponjosa textura de los bocconcini con un vino de buena acidez.
Tip: Servir tomates cherry con unas hojas de albahaca y unas gotitas de aceite de oliva. Uno de los preceptos del maridaje reza que «lo que crece junto, va bien junto», y nada mejor que acompañar este queso italiano con los frescos ingredientes de la ensalada caprese.
Segundo paso: Queso de cabra y Albariño Reserva 2017
Cuando se prepara un menú de pasos, no sólo los sabores son protagonistas, sino también las texturas, colores y materia prima. En el caso de los quesos, resulta interesante incorporar opciones diferentes, incluir quesos de cabra, oveja o incluso algunos exóticos, si se tiene acceso a ellos. Esta diversidad añade un grado de complejidad al maridaje.
Para un queso fresco, suave y ligeramente ácido como el queso de cabra, un vino con notas cítricas y algo mineral. Siguiendo la regla anterior, Uruguay es cuna de quesos de cabra de excelente calidad, que maridan a la perfección con el albariño, varietal que logra una magnífica expresión en el terroir de Garzón.
Tip: Intercalar la degustación de queso de cabra con láminas de ciruela fresca e hinojo, salpicadas con sutiles hilos de miel de abeja.
Tercer paso: Emmental y Pinot Noir
Luego de los dos pasos previos, nos aventuramos a incrementar la intensidad de aromas y sabores. Comenzaremos con los tintos, para lo cual elegimos un vino redondo y aterciopelado, con una acidez que funcione como transición entre los blancos previamente degustados y el tinto de carácter que se avecina.
Acerca del queso, el Emmental tiene pasta semidura y es originario de Suiza. La textura más firme y el sabor más intenso de este queso, además del mayor contenido de grasas, requieren de un vino con cuerpo medio, un equilibrio entre fruta, taninos y acidez. En este caso, los taninos del Pinot Noir facilitarán la degustación.
Al consumirlos juntos, se percibe cómo ambos productos destacan mutuamente sus cualidades organolépticas. La acidez, el cuerpo ligero y los taninos del vino secundan al queso resaltando sus propiedades, sin eclipsarlas.
Tip: El Emmental tiene reminiscencias a los sabores y aromas de la nuez, por lo que la fruta seca es el acompañamiento ideal para este paso.
Cuarto paso: Manchego y Tannat Reserva 2016
Para el cuarto y penúltimo paso, elegimos un maridaje que contemple otro precepto clásico: la complementariedad. En este caso, a mayor complejidad en la comida, mayor complejidad en el vino.
El Manchego es un queso español elaborado con leche de oveja. Su contenido graso demanda un vino tánico, que refresque la boca de la compacta untuosidad del queso. Se trata de un queso que puede estacionarse hasta dos años, maduración que luego de un año insinúa aromas complejos, que se han descripto como a almendras tostadas y carne de oveja asada.
Un queso con este potencial fácilmente puede debilitar al vino que lo acompaña, por lo que es momento de buscar carácter. Garzón Tannat Reserva es un vino de buen cuerpo y final largo, con notas complejas que van desde las frutas rojas y negras, hasta el tabaco, las especias y el chocolate. A pesar de que el queso Manchego y el Tannat uruguayo provienen de lugares muy distantes entre sí, vale la pena descubrir sus mejores representantes, combinarlos y disfrutar de este estupendo maridaje.
Tip: Para acompañar, trocitos de dulce de membrillo.
Quinto paso: Blue Stilton y Albariño Single Vineyard 2017
En este viaje de sabores ya recorrimos Italia, Suiza y España a través de sus quesos. Es el turno de nuestro último destino: el Reino Unido.
El Stilton es un queso que se elabora en el corazón de Inglaterra, en una zona muy reducida, comprendida tan sólo por tres condados. Su exclusividad y particularidades le valieron el mote de «Rey de los quesos ingleses». Se presenta en dos variedades: el azul y el menos popular, blanco. El queso azul Stilton es el más calórico de los quesos azlues, con la más alta concentración de materia grasa. A la vista, se observa que las venas azules de este queso irradian desde el centro. Su aroma es intenso, al igual que su sabor, y la textura granulada pero untuosa en el paladar. Curiosamente, en los últimos años, el Blue Stilton se ha convertido en un ingrediente muy celebrado en la alta pastelería de las capitales gastronómicas del mundo.
Son pocos los vinos que no claudican ante el carácter pronunciado y definido de este tipo de quesos. Para destacar la mineralidad y las notas terrosas del Blue Stilton, elegimos un Albariño Single Vineyard 2017. Una combinación formidable gracias a los aromas impetuosos y voluminosos, la boca dulce y el elevado grado alcohólico del Oporto, que consigue disolver la marcada consistencia de la pasta. El resultado final, una experiencia que los invitados querrán repetir.
Los invitamos a descubrir también un maridaje entre spaghetti y vino.