Maridar vino con frutas es conectarse con los productos más puros y naturales que ofrece la tierra y que, además, se complementan a la perfección. Sin dudas vale la pena descubrir algunos buenos maridajes de vino con frutas.
Existen maridajes indiscutibles, que se han incorporado como reglas inquebrantables. Cada vez que se sirven quesos, carnes o pastas, la práctica ayuda a deducir qué vino tinto o blanco acompañaría mejor el plato. Por el contrario, el maridaje de vino con frutas se presenta como una combinación osada, fuera de lo común. Sin embargo, conociendo algunas recomendaciones, no habrá límites para experimentar el desafío del maridaje de vinos con frutas.
Vino con frutas: algunas reglas para maridar
En términos generales, los vinos secos maridan muy bien con fruta fresca. Al realizar la selección, es preferible elegir vinos jóvenes, sin crianza en roble y frutados.
Vinos blancos
Para comenzar, los vinos blancos generalmente ofrecen excelentes opciones para maridar. Tanto al seleccionar el vino como la fruta, hay que prestar especial atención a las características de cada cual. ¿Se trata de una fruta dulce? ¿Ácida? ¿Su pulpa es cremosa o se desgrana? De la misma manera, hay que considerar el vino. Su volumen, nivel de acidez y si se trata de un vino seco o dulce.
Una vez que este primer ejercicio está completo, podemos implementar los siguientes tips. Para vinos más dulces o incluso espumantes demi sec, las bayas y frutos del bosque son una excelente opción, ya que contrastan la dulzura del vino con la acidez del fruto. Por el contrario, vinos secos como Garzón Sauvignon Blanc 2017 maridan bien con frutas dulces y maduras como bananas, mangos y frutas disecadas. Otro atributo de estas frutas es la textura cremosa, que se disuelve armónicamente con un vino ligero. Por último, blancos versátiles que se encuentren entre estos dos ejemplos, como el Pinot Grigio, pueden servirse con manzanas y peras.
Los aromas también son un atributo que vale la pena realzar. Un vino aromático como un Garzón Viognier 2018 con duraznos y damascos maduros resulta en un magnífico maridaje.
Vinos tintos
En el caso de los tintos, nuevamente resulta necesario combinar frutas de pulpa más densa con vinos menos voluminosos y frutas dulces con vinos más secos, para crear un equilibrio en el paladar. En este sentido, cabe la misma regla que para los vinos blancos. Vinos tintos más secos, como el Pinot Noir o el Merlot se acompañan de frutas dulces, mientras que tintos dulces, como un vino fortificado, pueden combinar perfectamente con frutas más ácidas, como kiwi y cerezas.
El Pinot Noir es un tinto ligero que, al igual que algunos blancos, marida bien con bananas y bayas.
Se debe evitar maridar vinos intensos y complejos con frutas frescas, ya que tenderán a imponerse sobre la fruta. Para este tipo de vinos, un mix de frutos secos, entre los que se pueden añadir higos y pasas de uva, es lo ideal.
Los vinos rosé, jóvenes, frescos y aromáticos como Garzón Pinot Noir Rosé 2018, son nobles compañeros de frutas perfumadas y ricas, como el durazno y el melón.
Como en todo menú de pasos, es recomendable comenzar por los vinos más secos y ligeros e ir aumentando la intensidad hasta alcanzar los dulces y de más cuerpo. Las frutas de estación son la mejor elección, por la frescura y la nitidez de sabores. Para destacar el maridaje, es recomendable servir los vinos con frutas de estación y además añadir algunas frutas secas, para una mayor variedad de sabores y aromas.
Acompañar vino con frutas es una excelente opción para aperitivo, una merienda saludable de verano o un postre fresco después de una comida apetitosa.