A 95 km al este de Montevideo se encuentra Piriápolis, la ciudad balnearia del Uruguay que fuera hasta los años 50 sinónimo de glamour para los amantes de las costas rioplatenses. Sus aguas claras fueron testigo del nacimiento de la Biarritz del Atlántico. Fue fundada en 1893 como “Ciudad del Porvenir” por el intrigante Don Francisco Piria, de quien hoy en día toma el nombre: Piria-polis, “la ciudad de Piria”.
Francisco Piria, uruguayo de nacimiento pero criado en Italia por su tío, un monje jesuita, fue un hombre de negocios dedicado a empresas como la subasta de tierras, la actividad agraria (cultivos de tabaco, vid y olivares) y la extracción de piedra para la construcción. Piria era, además, un gran visionario, un místico y un cabalista. El diseño del balneario se inspira en el sureste costero de Francia, pero también está signado por la numerología y la metafísica. Data de 1912 un plano de la ciudad que documenta como su diseño recrea el “Árbol de la Vida planetario”.
Conociendo el “Piriápolis místico” en clave siete
El edificio más emblemático de Piriápolis es el Argentino Hotel, inaugurado el 24 de diciembre de 1930. La vajilla y el mobiliario eran europeos, dando lugar al mayor lujo al que se podía aspirar en aquella época en el nuevo continente. Los detalles del diseño del edificio tienen que ver con las creencias místicas de Piria. La planta del edificio es una H, letra que simboliza al planeta Urano, situado en séptima posición contando desde el Sol.
En cuanto a la numerología, la cantidad de habitaciones original era 365, tantas como días del año. La escalinata para acceder al edificio tiene ocho escalones en su base, número que indica que es una “obra finalizada” y luego tiene 14 escalones, divididos en dos tramos, los primeros siete escalones representan las virtudes del hombre y los segundos siete la cantidad de planetas conocidos hasta el momento.
El número siete esta vez, por obra de la naturaleza, vuelve a repetirse en la cantidad de cerros en el área de Piriápolis: el Cerro Pan de Azúcar, el Cerro del Toro, el Cerro del Burro, el Cerro del Indio, el Cerro de las Ánimas, el Cerro de las Espinas y el Cerro del Inglés. Éste último en su cima posee una capilla en homenaje a San Antonio; subir a este cerro es una visita obligada, ya que a 135 metros se disfruta de la vista privilegiada de la playa y el puerto de Piriápolis.
En la ladera del cerro se encuentra una estatua en honor a Stella Maris, la virgen de los pescadores, colocada en un punto considerado por Piria como de gran energía. En tiempos recientes, geólogos han confirmado que el tipo de piedra de ese punto es de alta vibración. La estatua, por su parte, posee doble simbología, si bien es una virgen enfrentada al Estuario, por detrás, desde el camino de subida al cerro, parece un Cristo.
Otra construcción emblemática, también incluida en el plano original, es La Fuente de Venus, en honor a dicho planeta. Es una réplica del templo de Venus en la Villa Parravicini de Italia y simboliza la victoria del amor. Forma parte de una trilogía de fuentes con la de la Gruta de los Patos (junto a la estatua de Stella Maris) y la del Cerro del Toro, desde donde se accede al sello del sol a través de 33 escalones, número cabalístico por excelencia.
Por último, desde otro punto de vista, es recomendable visitar la reserva de fauna del Cerro Pan de Azúcar, que es la mayor del país. En la cima de dicho cerro se encuentra una cruz que conmemora la muerte de Francisco Piria en 1933.
