Marzo, por el comienzo de la vendimia, es un mes magnífico para que los interesados en los vinos del mundo visiten las bodegas que abren sus puertas para dar a conocer, de primera mano y en profundidad, los procesos necesarios para la elaboración del vino. La vendimia es el momento de máxima actividad para todo el equipo de la bodega, que trabaja sobre la uva y su transformación en vino. Por ello, llegó la hora de hacer, mediante esta lectura, un recorrido que comienza en el viñedo y culmina en una magnífica etiqueta de Bodega Garzón.
Como en aquella primera cosecha documentada el 25 de febrero de 1883, en la «Viña Peñarol» de Francisco Vidiella, los vitivinicultores uruguayos, desde la primavera, se encargan de controlar todos los elementos claves del ciclo de maduración de la uva. Una vez a punto, se inicia la recogida, para dar nacimiento al vino nuevo. El traslado de la uva hasta la bodega se realiza con sumo cuidado, evitando e impidiendo el deterioro o rotura del fruto.
Llegadas las uvas a las tolvas ubicadas en la bodega, son separadas por parcelas para pasar a las cintas de selección y luego a las despalilladoras, que separan la parte herbácea del racimo (el raspón, de los granos de uva). Estos frutos van a ser estrujados para dar lugar a la etapa de fermentación alcohólica donde el azúcar se transforma en alcohol, gas carbónico y otras sustancias.
La siguiente etapa de producción sobresaliente es el proceso de macerado, el cual varía en las técnicas empleadas según el tipo de vino que se esta elaborando:
En los vinos tintos el proceso de maceración dura aproximadamente 10 días. El mosto fermenta a temperatura controlada entre 25 y 29 °C. Luego se descuba, se clarifican naturalmente, se estabiliza por frío y en algunos casos pasan a barricas de roble para su añejamiento en la cava, donde permanece hasta que el vino adquiera sus óptimas cualidades para ser comercializado.
La producción de los vinos rosados se puede resumir como un proceso que se inicia en el mismo camino de los vinos tintos y continúa como para los vinos blancos. He aquí una buena oportunidad, para invitarte a leer el post “Rosé: conozca el proceso”.
Y en el caso de los blancos luego de 24 horas el mosto se descuba y se trasiega a una cuba de acero inoxidable en la cámara de frío. A las 24 horas se retiran las borras y se procede a la siembra de levaduras seleccionadas. La fermentación se lleva a cabo a temperaturas controladas entre 12 y 16 °C. Al finalizar este proceso se desborra nuevamente, luego se hacen trasiegos y se clarifica. Se estabiliza con frío, se filtra y cuando está pronto para comercializar se filtra nuevamente y se envasa.
Un párrafo aparte merecen las barricas para los crianza, constituidas generalmente en roble americano o francés. Si pertenece al nuevo continente el alma del vino va a generar sensaciones dulces y si el roble es francés el aporte a los vinos del mundo son etiquetas en las que se destacan gamas especiadas.
La elaboración del vino, por la enorme cantidad de variables que la componen, jamás es un proceso rutinario, y esto genera un desafío constante para todos aquellos que desde fines del siglo XIX en Uruguay participan de la producción de iconos entre los vinos del mundo.